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domingo, 2 de octubre de 2022

Rutinas de asamblea con La pequeña oruga glotona

Este curso seré la maestra de apoyo de Infantil en mi cole así que será todo un poco diferente. Los que me conocéis sabéis que intento darlo todo con mis tutorías y este año, por mis circunstancias familiares, no me era posible dedicar todo el tiempo y la energía que un grupo "propio" merece. Pero tengo muchas ganas de aprender de mis compañeras y espero poder tener más tiempo para hablar de educación y conocer distintas posturas desde dentro de otras aulas. Además, seré la coordinadora del ciclo lo cual, aunque me está dando más trabajo del que pensaba, espero que también sea una fuente de aprendizaje y una oportunidad para compartir posturas educativas.

Así que mientras veo qué parte de todo esto puedo volcar en el blog, voy a compartir el material que hice para realizar las rutinas de la asamblea en mi último grupo de 3 años.

Llevaba tiempo queriendo dar un poco más de sentido a las típicas rutinas de pasar lista, decir qué día de la semana es, los niños y niñas que estamos o faltamos, etc.; y quería contextualizarlo en algo conocido para los alumnos. Como La pequeña oruga glotona lo cuento mucho en 3 años y tiene una clara alusión en su historia a los días de la semana y al conteo hasta 5 elementos, me pareció perfecto para ligar todo el material dedicado a estas rutinas.

El material consta de dos partes que quedan integradas en el mismo panel. En primer lugar, tenemos el registro de la asistencia. Cada niño/a es una oruga que permanece en una hoja con un cartel con su nombre en mayúsculas. 

 Todas ellas se distribuyen en las ramas de un árbol. Para repasar si están o no en la clase, hay que "leerlas" de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, lo cual ya es un aprendizaje básico en sí mismo por ser el sentido de lectura en muchos idiomas.


Si algún alumno/a no ha venido, colocamos su hoja en el capullo. 

Pero a mí me gusta que los niños/as "hagan algo" cuando llegan al aula para marcar que ya están. Al no estar plastificado el árbol ni pegado muy firmemente a la pared, las hojas no podíamos quitarlas cada día y que las fuesen poniendo al llegar al aula. Así que mantuvimos el reparto de piedras que ya había hecho otras veces. Al comenzar la asamblea cada alumno/a cogía la piedra con su nombre y veíamos las que habían quedado en la caja. A medida que fue avanzando el curso, había días que las repartía el encargado/a. El sistema de las piedras con el nombre tiene mucho éxito ya que los niños/as suelen sentir especial atracción hacia los elementos naturales y que una piedra sea suya en un entorno como es el aula, les llama mucho la atención.

En enero cambiamos el sistema. Las hojas con su oruga y su nombre pasaron a otro espacio donde estaban pegadas con velcro. Las podían coger cuando quisieran como ayuda para escribir su nombre o el de sus amigos/as. 

En la zona de la asamblea hice otras nuevas vacías, pero con dos velcros. En uno de ellos estaba la foto y al llegar al aula por la mañana, cogían de un montón el cartel con su nombre y lo pegaban en el otro velcro. Al comenzar con este nuevo sistema, el encargado/a empezaba saludando a los compañeros con el apoyo de la foto y del nombre. Posteriormente eliminamos la foto de tal forma que, al llegar, los niños/as podían poner su nombre en cualquier hoja y el encargado/a tendría que reconocer los nombres de sus compañeros para poder "pasar lista".

Los velcros que se ven en esta última foto en la parte izquierda del tronco y en la parte inferior del capullo son para poner el total de hojas que hay en cada lugar.

En segundo lugar, usamos el cuerpo de la oruga para trabajar los días de la semana y el conteo y numeración hasta el 5. Como veis en la foto, el cuerpo de la oruga tiene una bolita por día de la semana que son círculos que se levantan. En la parte delantera de cada segmento del cuerpo, hay un cartel con el día de la semana en mayúsculas. El alumno/a encargado/a busca en una lista aparte, con tarjetas de los días de la semana (rodeada de amarillo en la foto), el que es igual al de la parte delantera del círculo. A mí me gusta empezar con este tipo de comparaciones el trabajo lectoescritor ya que me parece básico identificar los rasgos diferenciadores de las palabras que nos ayudan a elaborar hipótesis sobre qué puede poner sin saber aún leer. Así que comenzamos ayudándoles a determinar, dentro de los siete días de la semana, si son igual de largos/cortos, si empiezan por una letra igual o diferente, si tienen letras en común cuyos rasgos las hacen fácilmente identificables (la "o" , por ejemplo), etc.

Una vez que han encontrado la tarjeta con el día de la semana que es igual, y que corresponde al día en el que estamos, abrimos el segmento corporal y lo pegamos dentro. El cuerpo se irá quedando abierto y así sabemos los días de la semana que han pasado. Al abrir el círculo encontramos las frutas que se ha comido ese día la oruga. Decimos cuáles son y las contamos. Después buscamos el numeral correspondiente en una lista de números del 1 al 7 (rodeada de rojo en la foto) y lo pegamos dentro del círculo. Como el cuerpo va a ir quedando abierto, iremos formando la recta numérica del 1 al 5.

En este enlace (pincha aquí) podéis descargar las frutas, las orugas y los carteles con los números.

El sábado y domingo también se pueden abrir y tienen por dentro algunos de los alimentos que la oruga come el sábado y la hoja verde que se come el domingo. Como esos días no vamos al cole, no trabajamos sobre ellos pero los abrimos los viernes, sobre todo al principio de curso, para completar la historia y explicar que esos dos días no vamos a venir al cole.

Cuando lo diseñé y elaboré no lo hice con idea de mantenerlo todo el curso, ya que cuando tuviesen muy mecanizado el conteo hasta 5 en orden e identificasen el día de la semana igual al presentado, no tendría dificultad añadida y por tanto perdería interés. Y tampoco pensaba estar todo el curso contando el cuento frecuentemente. Pero como en marzo comenzó la pandemia del COVID, no me dio tiempo a diseñar lo que vendría después. Cuando vuelva a tener alumnos de 3 años, veremos con qué podemos continuarlo.

Terminar dedicando esta entrada a Verónica, que no tenía por qué hacerlo, pero me cedió el apoyo para que sobreviviese a trabajar y vivir con tres hijos pequeños. Y además está empezando su asamblea de La pequeña oruga glotona así que esta entrada es otra forma de darte las gracias!

martes, 5 de mayo de 2020

Atención educativa: contamos el cuento "El cambalache" y hablamos de los celos



Descubrí El cambalache por casualidad y lo cuento muchísimo. A los niños les encanta y yo creo que es porque presenta los celos de una forma muy reconocible para ellos y con una manera de resolverlos que también es la que, al menos en algunos momentos, desearían llevar a cabo (cambiar a tu hermano/a, devolverlo al sitio del cual vino,...). Está escrito e ilustrado por Jan Ormerod y Andrew Joyner y editado por Ekaré. Podéis conseguirlo aquí.

Para meternos en él de una forma más profunda, planteé algunas sesiones de trabajo para el tiempo de Atención Educativa/Alternativa a la Religión en mi aula de 3 años, aunque las propuestas y el material es fácilmente adaptable a 4 y 5 años. En estas sesiones somos menos y podemos hablar todos más tiempo y con más tranquilidad y, este cuento en concreto, da pie a desarrollar conversaciones interesantes desde el punto de vista emocional. Los personajes son muy expresivos y las ilustraciones contienen muchos detalles que completan la narración verbal, así que resulta perfecto contar el cuento con un grupo más reducido para que puedan verlo bien.

Antes de empezar la lectura, extraemos información de la cubierta, anteportada y portada y hablamos de lo que los niños/as creen que trata el cuento, quienes son los personajes que aparecen, dónde están, cómo creen que se sienten y por qué,...


Después de leerlo varias veces, disfrutarlo, hablar de lo que nos ha gustado o no y dibujarlo si queremos; podemos hablar de cómo se siente Carolina en las distintas partes del cuento y por qué. Observando las caras del resto de los personajes también podemos conocer sus sentimientos. Pero si hay algo que nos asegura un buen rato de interesante conversación es el tema de los hermanos: si tienen o no, su edad, cómo son, lo que hacen, anécdotas que han oído sobre su nacimiento o cuando eran más pequeños y sus conocimientos sobre los cuidados que precisan los bebés. Desde ahí podemos dejar espacio para que compartan los momentos en los que han sentido celos, ponerle nombre a un sentimiento tan frecuente y normalizarlo. Y en algún momento, preguntar si les gustaría o les hubiese gustado hacer como Carolina y cambiar a su hermano por otro, devolverlo a una tienda o que volviese al sitio del que ha venido. Son acciones que muchos de ellos hubiesen deseado pero que la sociedad se encarga de hacerles saber que pensar en ellas está mal y por tanto muchos no llegan a verbalizarlas, lo que impide que se canalicen correctamente. Sacarlas a la luz con el cuento es el vehículo para poder expresar los celos y resolverlos.

Después de ello podemos escribir una lista conjunta de las ventajas e inconvenientes que supone tener hermanos. Si son más pequeños que nosotros, ¿qué cosas creéis que podréis hacer juntos cuando crezcan? Y si son más mayores, ¿qué cosas hacen ellos que os gustaría poder hacer también a vosotros?

Otra pregunta interesante que se deriva del cuento es si creen que la mamá de Carolina la quiere en las primeras escenas del cuento y por qué. Aunque nazca un hermano nuestros padres y madres siguen queriéndonos ¿cómo lo sabemos? Podemos escribirlo a nuestra manera y/o dibujarlo.


En El cambalache aparecen características del bebé que gustan a la mamá cocodrilo. Carolina las busca después en los animales de la tienda de bebés. A partir de dichas cualidades, realizamos una actividad para trabajar la descripción de un modo que les encanta y que ya hicimos con los monstruos (podéis leer la entrada pinchando aquí) y personajes de revistas (podéis leerlo aquí). Esparcimos por la alfombra imágenes de animales que aparecen en el cuento y nos sentamos en círculo. Cada niño deberá pedir un animal a su compañero de la derecha expresando rasgos que lo definen (color, ojos, número de patas, tamaño...) pero sin decir su nombre. También podemos describir nosotros animales que los niños deberán adivinar.

Respecto al desarrollo de la lectoescritura, realizamos también una actividad que ya conocen y que consiste en buscar entre varias palabras, aquellas en las que pone cocodrilo.

En cuanto a contenidos de tipo lógico-matemático, el cuento se presta a realizar una propuesta de peticiones con el vestido de Carolina. La que yo propongo en el material es muy sencilla puesto que sólo los alumnos que no van a Religión tienen la oportunidad de realizarla y el objetivo es asentar los aprendizajes que se consiguen con este tipo de actividad. En este caso, presentamos a Carolina con como modelo con un vestido de tres círculos amarillos. Los alumnos deben pedir por escrito el número necesario de círculos para que el vestido vacío de su Carolina quede igual que el del modelo. Si lo consiguen, ellos mismos pueden ver que ¡han ganado! (Podéis leer más sobre peticiones en la entrada "Las peticiones en 3 años")


Y por último, dramatizamos el cuento con nuestros propios títeres con el objetivo, entre otros, de mejorar la pronunciación. Podemos escribir una lista conjunta en la que apuntemos cada personaje y el alumno/a que lo va a representar. Después, pintan los títeres, los recotamos y pegamos un palo por detrás.


Por último, os dejo un vídeo que grabé contando el cuento a mis alumnos.

martes, 21 de abril de 2020

Cuentos en casa 3 y 4: Calma y Mosca Tosca

https://www.casadellibro.com/libro-calma/9788494284120/2511999Como ya sabéis estoy grabándome contando cuentos para que mis alumnos puedan verme y sentir que mantienen el contacto con el cole a pesar de no poder salir de casa. 

En este caso les he contado un cuento que se llama Calma, escrito e ilustrado por Carol Thompson y editado por Tramuntana (podéis conseguirlo pinchando aquí o en la imagen). Cuenta la historia de dos buenos amigos que una tarde se enfadan. Muy furiosos, se van cada uno a su casa y después, empiezan a sentirse tristes. Por separado, deciden hacer algo para que esa mezcla de sentimientos no les haga explotar: respirar profundamente, contar hasta 10 tumbados en el suelo, darse un baño pensando en algo que les guste... Y cuando, ya más tranquilos, vuelven a encontrarse, ponen en marcha juntos estrategias que les hagan sentir de nuevo en calma: la postura del árbol (algo de yoga), la abeja (algo de meditación), darse masajes mutuamente o hacerse cosquillas con una pluma.

Todas estas estrategias las podemos poner en práctica con nuestros hijos en casa o con nuestros alumnos en el cole, mientras leemos el cuento o después. De esta manera será más fácil que las empleemos de forma natural cuando nos enfademos.

Os dejo el vídeo con el cuento. Espero que os guste.



Para los que no os haya llegado, aprovecho esta entrada para compartir el cuento que conté antes de Semana Santa. Se llama Mosca Tosca y para nosotros ha sido un descubrimiento. Está escrito por Antoon Krings y editado por Blume, dentro de la colección Bichitos Curiosos (podéis conseguirlo pinchando aquí o en la imagen).  

http://www.casadellibro.com/afiliados/homeAfiliado?ca=21002&idproducto=1027325

A veces nos esforzamos por gustar a gente muy distinta a nosotros y para que nos acepten, cambiamos nuestros gustos, nuestra forma de vestir, nuestras costumbres... Y a pesar de ese esfuerzo, nos siguen viendo distintos. No pasa nada. Somos diferentes y eso es bueno. Pero, en ese camino por intentar gustar, nos puede pasar como a Tosca y encontrar otras personas con las que conectamos sin ningún esfuerzo, porque nos aceptan tal y como somos.

Además de trasmitir este mensaje, la historia es muuuy graciosa y tiene una cancioncilla muy pegadiza. ¿Queréis escucharla? Aquí la tenéis:

lunes, 30 de marzo de 2020

Cuentos y matemáticas: Las diez gallinas

Como conté en la entrada anterior, y por si sirve de acompañamiento a mis alumnos y sus familias, voy a intentar seguir grabándome contando cuentos. En este caso elegí Las diez Gallinas, de Sylvia Dupuis y editado por Edelvives.
                

Lo cuento muchísimo, sobre todo en el nivel de 3 años. Tiene mucha sonoridad, el que sea rimado a los niños les encanta y su lectura se puede alargar tanto como queramos, o simplemente hacer un recitado rápido para usarlo como estrategia para captar su atención y seguir adelante con otra actividad. Y me gusta mucho el componente matemático. 

Desde que conocí a Carlos de Castro mi visión de las matemáticas en Educación Infantil cambió, creció, se hizo enorme. Empezaron a surgir oportunidades de aprendizaje en infinidad de situaciones cotidianas del aula y comencé a crear otras muchas a partir de problemas o materiales que daban pie a ello. Hable un poquito de esto en la entrada Aprendizaje incidental y aprendizaje programado de las matemáticas en un aula de Educación Infantil y en un artículo que publiqué que se llama Oportunidades para aprender matemáticas a lo largo de una jornada en el segundo ciclo de Educación Infantil. Y también empecé a ver las matemáticas que esconden los cuentos. Cuentos no creados para enseñar matemáticas sino literatura infantil de calidad, que precisamente por ser buena enganchaba a los niños de tal manera que cualquier problema que surgiese de ellos contaría con motivación suficiente para resolverse. Y de ahí nació el Taller de problemas, una experiencia maravillosa en la que fuimos planteando problemas con alguna escena de los cuentos Inés del revés, Diez patitos de goma, Por cuatro esquinitas de nada, ¿Qué prefieres?, etc.

Las diez gallinas es casi todo matemáticas. Presenta a diez gallinas muy hermosas y muy finas y a las que podemos contar en la portada antes de empezar. Por cierto, ¿cuántas caben encima de la valla? ¿cuántas se han quedado en el suelo? Una propuesta interesante para trabajar la correspondencia uno a uno y la cuantificación en 3 años puede ser la siguiente: teniendo una valla con X postes, traer tantas gallinas como quepan teniendo en cuenta que se colocarán como en la portada, una sobre cada poste. Al principio pueden traerlas de una en una pero después, en un solo viaje. Y, por supuesto no podrán quedar gallinas en el suelo ni postes vacíos, tendrán que traer las justas.



Y ahora que ya tenemos las diez, ¡vamos a ver dónde pusieron sus huevos!.

Normalmente no cuento las gallinas de cada página sino que recito el texto y dejo que los niños disfruten de él y, mientras, "analicen" sólos las ilustraciones. Y al final, algunas veces contamos los pollitos para saber si ya han nacido los diez.

Por cierto, además del atributo color, también trabajaríamos la correspondencia uno a uno si proponemos llevar a cada pollito con su mamá o a cada gallina con su huevo.

Página a página van sumándose gallinas. Los alumnos pueden ver cómo aumenta la cantidad de una en una. En algunas páginas podrán saber cuántas hay sin contarlas gracias al "poder" de la subitización; en otras vienen colocadas con disposiciones que facilitan el conteo (por ejemplo, cuando hay 6,7, 9 ó 10)

 
y hay otras páginas con las gallinas colocadas aleatoriamente (cuando hay 8, por ejemplo).


En lecturas sucesivas podríamos ver en cada página cuántas gallinas han puesto ya huevos y cuántas nos faltan para que pongan las 10. Planteado esta propuesta podríamos obtener todas las descomposiciones del número 10, muy interesante en el nivel de 5 años.

lunes, 23 de marzo de 2020

Deberes para Educación Infantil durante la cuarentena

El día 12 de marzo, primer día que no podíamos ir al cole, ya había niños haciendo tareas en su casa enviadas por sus maestros. Desde ese día no he parado de dar vueltas al tema. El equipo de Educación Infantil de mi cole inicialmente mandamos unas recomendaciones generales, que nos parecen más que suficientes y ahora estamos teniendo reuniones para ver cómo continuamos ayudando a las familias, dado que se alargará bastante el estado de alarma. No tenemos muy claro qué mandar, ni cómo, ni siquiera exactamente sabemos por qué... Pero quiero compartir las ideas sobre las que estoy pensando estos días.

Los maestros somos insustituibles. Como muchos otros profesionales. Con los "deberes" que se mandan desde el cole para esta etapa no está asegurado el aprendizaje de los contenidos que con metodologías específicas abordamos en las aulas. Creo que las tareas o sugerencias pueden ser un acompañamiento a las familias, que necesitan contacto con alguien externo, o una guía para hacer algo recomendado por un profesional. Pero no son la vía de aprendizaje de todo lo que se trabajaría en la clase en condiciones normales.

La profesión de los maestros está muy poco reconocida socialmente, menos aún la de los de la especialidad de Educación Infantil, precisamente una de las más determinantes en la personalidad del niño y en su futuro escolar y social. Esta puede ser una buena oportunidad para ponerla en valor.

Pero aunque no estemos con ellos en la clase, hay dos buenas noticias. La primera es que, a pesar de esta trascendencia, la vida escolar es tan larga, que 3 meses para un niño de 3, 4,5 ,6 años, no son NADA.

Y la segunda es que los padres y madres tenemos en nuestras manos algo que también es imprescindible para los niños: TIEMPO. Sé que tenemos que teletrabajar, cocinar, limpiar y a veces hasta hacer deberes del cole. Parece que ni siquiera ahora que no salimos tenemos mucho más tiempo libre para estar con nuestros hijos. Pero creo que a pesar de todo ello, les hemos hecho un favor enorme parando durante 3 meses esa frenética vida social y cultural a la que están sometidos: cumpleaños, casas rurales, quedadas con amigos , cuentacuentos, bibliotecas, teatros, parques de bolas... . Actividades de tiempo libre que al final dejaban a los niños sin SUFICIENTE tiempo libre. Actividades que están bien en su justa medida pero que solían juntarse y convertían el fin de semana en "venga, vamos, que hemos quedado", "nos tenemos que ir a...", "van a venir a casa...". Y cuando el niño empezaba a desarrollar su juego, teníamos que cortarlo para hacer otra cosa que probablemente para él no era primordial en se momento.

Que un niño pueda decidir qué hacer con su tiempo, a qué jugar; es indispensable para desarrollar la autonomía, la creatividad, la autoestima. Y terminar sin interrupciones ese "proyecto" que comenzó en su cabeza, es muy importante para que desarrolle la capacidad de plantearse metas y concentrarse hasta terminarlas. Mucho más imprescindible que cualquier ficha.

Y en cuanto a los días de diario, qué enorme suerte que por fin se queden sin extraescolares tres meses. Pueden merendar con calma, jugar después, bañarse a costa de menos enfados, poner la mesa para cenar,... En definitiva, tenemos algo más de tiempo para fomentar su autonomía, prerrequisisto esencial para cualquier otro aprendizaje. No imaginéis estas situaciones de forma idílica. Habrá peleas, gritos, tambien prisas (menos). Habrá de todo lo de antes, pero la sensación para los niños será diferente porque estamos ahí, están con nosotros y tiene la oportunidad de vernos también jugando, dedicándoles tiempo que en situaciones normales no tenemos.


Ese tiempo crea un vacío en las familias. Y agobia, porque estar sin salir de casa por obligación, sin un final determinado y preocupados por la salud de los que nos rodean, es agobiante. Pero sinceramente creo que tenemos en nuestras manos la mejor de las oportunidades para jugar y crear un vínculo que cuando esto pase, quedará más grabado en el niño que cualquier actividad mandada por el cole.

Además, en nuestra cultura familiar hay juegos tradicionales para los que nunca hay tiempo o que se los han "comido" las pantallas. En ellos intervienen conceptos matemáticos, destrezas motrices y reglas que hay que respetar.  Y nos vamos a ver en la obligación de sacarlos porque son muchas horas por delante. Qué bien que no se pierdan y que aprovechemos para recordar juntos de quien los aprendimos. Y de paso, hablar con nuestros hijos de nuestro pasado, del pasado de su familia, contarles historias, ver fotos... Oportunidades para desarrollar el lenguaje oral.

Y por último, si estamos por casa, disponibles, habrá más ocasiones para que los niños pregunten y sus preguntas nos hacen aprender a todos. Hoy mi hijo me ha preguntado que a qué edad se deja de tener miedo. Y lo que he pensado es "Ojalá siempre sientas que tengo suficiente tiempo para responder a tus preguntas".


...

Me despido dejando un acompañamiento para aquellas familias que lo necesiten. Yo no veo claro que se necesite mandar tareas escolares así que con mucho esfuerzo he retomado el canal de You Tube para contar algún cuento. Creo que no hay nadie mejor que un padre o una madre para contar un cuento a sus hijos. Pero siento que puede haber familias que, mientras dure esta situación, necesiten saber que alguien piensa en ellas y en los niños con los que llevábamos compartiendo ya seis meses. Con muchos defectos pero mucho cariño, para vosotras es.


                 

viernes, 15 de noviembre de 2019

El globito rojo, de Iela Mari

http://www.casadellibro.com/afiliados/homeAfiliado?ca=21002&idproducto=1068195
Me gustan mucho los álbumes ilustrados sin texto. Suelen tener unas ilustraciones muy cuidadas en las que recae todo el peso de la narración, pero dejando un margen muy amplio para que los niños interpreten lo que pasa sin llenarlo de nuestras palabras. Se crea un ambiente de calma precioso y sólo el pasar las páginas ya deja a los niños con la boca abierta. Ya os hablé de La ola, de Suzy Lee y de Las estaciones, de Iela Mari y de esta misma autora descubrí por casualidad El globito rojo. Lo cogí de la biblioteca y lo disfrutamos en mi aula de 3 años durante todo el mes de octubre. Si no lo conocéis, os recomiendo que lo busquéis y lo contéis para vivir juntos una experiencia sensorial muy bonita.

Es un cuento de 1967 reeditado por la editorial Kalandraka. Las ilustraciones son maravillosamente sencillas. Vemos dibujos hechos con un fino trazo negro y sobre ellos, la historia de un globo rojo que se va transformado en otras cosas según donde va cayendo.


La primera vez que lo "conté" fue en silencio. La mayoría de los niños lo miraban boquiabiertos pero alguno tenía la necesidad de la palabra y le inquietaba que no dijese nada. Como esto rompía un poco el clima tan bonito que podía crearse, en las siguientes ocasiones susurré un pequeño texto rimado. Les encantaba. Tiempo después descubrí un vídeo en el que lo cuentan también de una forma preciosa. Podéis verlo pinchando aquí.

Comenzaron nuestras primeras propuestas para sorprender, pintar, escribir,...Empezamos por sacar un globo del cuento e hincharlo poco o mucho, soltarlo cuando estaba lleno de aire para que volase por la clase (qué risa les entraba), hacer sonidos con la boquilla, atarlo y jugar.

Debíamos contar a nuestras familias que nos estaba gustando mucho el cuento para que nos lo buscasen en la biblioteca así que elaboramos una de nuestras primeras notas. En el rincón de arte, por delante pintamos con el pincel el globo rojo de una de las ilustraciones y por detrás escribieron el título a su manera.



Cuando se secó la pintura, jugamos a pinchar el globo con un punzón. Y cuando habíamos picado bastante, podíamos tocar la parte de atrás y descubrir una textura nueva.


De acuerdo con nuestros libros de texto "tocaba" trabajar el rojo así que me pareció que recrear todo el cuento en un mural gigante era una buena manera de vivir el color y el cuento. Por las tardes cada equipo  pintó un elemento de los cuatro en los que se transforma el globo.


Para elaborar el globo grande del principio con el que comienza el cuento, buscaron en revistas cosas rojas que recortamos las maestras para que, durante la semana siguiente, elaborasen un collage entre todos.


Una vez colgado el mural nos dimos cuenta de que nos faltaba algo. El resto del cole no sabía qué era todo eso así que había que ponerle título. Cada niño eligió una letra y la pintó para añadirla al mural. ¡Y este es el resultado final!

viernes, 1 de noviembre de 2019

Cuentos y matemáticas: cuantificación y pattern blocks con ¡Me parece que soy bruja!

Este curso estoy trabajando con ¡A contar!: Matemáticas para pensar ya de una forma sistemática y, además de que me hace mucha ilusión, de momento la experiencia está siendo muy buena (podéis leer sobre este material pinchando aquí). En primer lugar, contextualiza varias actividades en un mismo cuento lo cual hace muy fácil introducirlas en la programación de forma natural para los niños. Además, cuando ya has hecho actividades de este tipo otros años resulta un método muy fácil de compatibilizar con otros libros de texto y formas de trabajo. Y, por último, e independientemente del método, porque empezar en octubre ya con una propuesta de cuantificación y ver cómo la resuelven con tanta autonomía hace que se me pongan los pelos de punta de la emoción.

Hemos empezado con ¡Me parece que soy bruja!. Todos los cuentos fueron creados desde cero por Vanesa Pérez-Sauquillo. Buscábamos que fuesen cuentos atractivos en sí mismo y no "se detectase" que a través de ellos íbamos a dar pie a actividades matemáticas. Pero hasta que no los cuentas y forman parte natural de la vida del aula no sabes realmente cómo funcionarán. Y en resumen, los que llevamos contados, ¡¡les encantan!! En concreto este les hace muchísima gracia.

El cuento lo hemos contado en la asamblea bastantes veces, ha pasado algunos días en la biblioteca de aula para que todos lo pudiesen "leer" y lo han disfrutado también en parejas.



Hace tiempo descubrí lo precioso que era que de los cuentos saliese vida y por eso, algunas veces Martina (la protagonista) nos echó polvos de hada de verdad o acercándonos a Halloween, nos fabricó un sombrero de papel a cada uno.


En cuanto a las actividades matemáticas, hemos realizado dos: completar figuras con pattern blocks y cuantificación (formar una colección del mismo número de elementos que otra dada sin ver las dos a la vez).

Sobre los pattern blocks pensaba hacer una entrada independiente porque es un material que, desde que lo descubrí, me encanta para trabajar relaciones geométricas. Para los niños es súper atractivo y les motiva mucho hacer figuras con ellos.

En lugar de las plantillas que vienen en ¡A contar! con las figuras del cuento, he tenido que usar las que tenía yo de cuando estuve en 3 años ya que mis pattern blocks son más pequeños que los que proporciona ¡A contar! en el material del alumno. Como llevamos poquito tiempo este curso trabajando con ellos, dejo las piezas y las plantillas, pero no insisto en que superpongan las piezas en ellas ya que es importante que antes manipulen el material libremente.


Algunos niños las amontonan, otros las clasifican, otros me sorprendieron colocando los bloques de forma que tapasen completamente la figura de la plantilla y bastantes niños para estar en octubre, cogían las plantillas y las completaban superponiendo las piezas que encajaban en los contornos.


En cuanto a la cuantificación, jugamos con las cazuelas y mermeladas. La actividad es igual que la que os conté en la entrada Matemáticas con coches y plazas de garaje, pero contextualizada en el cuento. En este caso, los alumnos tenían delante una colección de cazuelas y en otro lugar del aula, desde el que no veían las cazuelas, un montón de mermeladas (con muchas más que cazuelas). Las INSTRUCCIONES que les dí fueron algo así como: "¿Os acordáis de que en el cuento Martina metía en la cazuela cosas asquerosas y las transformaba en mermelada? Aquí tenéis varias cazuelas. Tenés que transformar cada una en mermelada. Para eso, tenéis que ir a buscar las mermeladas allí y traer sólo una para cada cazuela. Si no quedan cazuelas vacías y no sobran mermeladas, habrás ganado"


El OBJETIVO de la actividad es trabajar el conteo y conseguir que subiticen cantidades pequeñas, es decir, que sepan cuántos hay en un golpe de vista, sin necesidad de contar.

En un primer intento pueden ir las veces que quieran a buscar mermeladas pero en los siguientes se le limitarán los viajes a uno de forma que necesiten contar o reconocer globalmente la cantidad de cazuelas y mermeladas.


En cuanto a la ORGANIZACIÓN Y PREPARACIÓN  de la propuesta, como realizamos la actividad a mediados de octubre y mi objetivo era también que empezasen a sentirse atraidos por este tipo de propuestas, sólo jugamos con 2 y 3 cazuelas. Al trabajar ¡A contar! de forma sistemática, en dos semanas repetiremos la actividad contextualizada en otro cuento por lo que podremos empezar a aumentar las cantidades.

La actividad la realizamos por las tardes rotando el juego durante cuatro tardes en los cuatro equipos de 5 niños. Lo ideal sería haberla hecho en el rincón de matemáticas por la mañana pero en el tiempo de trabajo por rincones aún no puedo estar exclusivamente pendiente de un rincón porque no tienen demasiada autonomía para gestionarse el trabajo en los demás y resolver solos conflictos que surjan.

Los RESULTADOS fueron buenos para el momento de curso en el que estábamos. En primer lugar, el juego les encantó y todos los alumnos que jugaron (uno no quiso jugar desde el principio y otro no pudo porque faltó y otros días tenía muchísimo sueño) mostraron muchísima autonomía a la hora de observar las cazuelas e ir a por las mermeladas sin quedarse por el camino jugando con otra cosa o desarrollar otra actividad en el puesto de las mermeladas.

Las estrategias utilizadas fueron:

- Correspondencia uno a uno: traen las mermeladas una a una. Fallan al limitar los viajes a uno solo.
- Correspondencia subconjunto a subconjunto. Traen una mermelada y luego 2, por ejemplo. Fué la estrategia más usada al aumentar el número de cazuelas.
- Estimación. Traen una cantidad aproximada. Al limitar los viajes a uno, la mayoría de los alumnos estimaban la cantidad al alza. 


- Subitización.
- Conteo. Usando dos o tres cazuelas es difícil diferenciar estas dos estrategias salvo que veamos cómo cuentan con el dedo o recitan la serie numérica en alto. En cualquier caso, no es imprescindible saberlo, al ser una toma de contacto y repetir la actividad en el mes siguiente con cantidades mayores.

Los resultados, de forma más detallada, fueron:

- De 20 alumnos: 14 ganaron en un primer intento o sucesivos, 2 no realizaron la actividad, 3 no ganaron a pesar de realizar varias repeticiones y un alumno era capaz de contar bien las cazuelas pero luego traía las mermeladas que le parecían según criterios que él aplicaba. Era capaz de contar las mermeladas que traía y explicar por qué traía esa cantidad, pero no sé por qué no le parecía lógico traer sólo una para cada cazuela. La mente de los niños a veces es así.


Quiero matizar que cuando no ganan yo siempre les pregunto: "¿Quieres volver a jugar?". Como este tipo de actividades suelen motivarles mucho, la mayoría quieren repetir. Pero a veces pasa que los niños que tras varias repeticiones no ganan, se cansan y no quieren volver a intentarlo. Nunca les obligo porque son actividades que se van repitiendo a lo largo del curso y he comprobado que al final, tras varias propuestas con sus correspondientes repeticiones, acaban logrando los objetivos propuestos.

- De los 14 alumnos que ganaron:
* 12 jugaron sólo con 2 y 3 cazuelas y 2 alumnas llegaron hasta 5 cazuelas.
* 8 realizaron desde el principio un solo viaje. Aunque no ganasen a la primera, no consideraban la opción de hacer otro viaje a por más mermeladas sino que empezaban de nuevo con las cazuelas vacías.  Los otros 6 sí emplearon la correspondencia término a término o subconjunto a subconjunto, teniendo que limitarles los viajes una vez que lo conseguían con dichas estrategias base. Casi todos, al limitarles los viajes, lo primero que hacían era traer todas las mermeladas y, o bien repartirlas entre las dos o tres cazuelas, o poner una en cada una y les sobraban el resto (y perdían en cualquier caso). En sucesivos intentos traían el mismo número de mermeladas que cazuelas.

En resumen, un trabajo muy satisfactorio que les ha preparado para comenzar ya la siguiente semana con una propuesta de enumeración y las primeras series con pattern blocks. ¡Ya os contaré!

domingo, 25 de septiembre de 2016

La ola, de Suzy Lee

http://www.casadellibro.com/afiliados/homeAfiliado?ca=21002&idproducto=1225742En esta entrada os voy a recomendar un cuento que me parece una auténtica maravilla. No tanto porque a mi me guste (que me encanta) sino sobre todo por el impacto que genera en los niños que lo ven. Y digo lo ven porque no tiene texto. Hay veces que paso las hojas y simplemente disfruto de las caritas que ponen los mis alumnos a medida que avanza la historia.

Se llama La ola. La ilustradora es Suzy Lee y está editado por Bárbara Fiore Editora. Lo había visto varias veces en librerías pero no me atreví a comprarlo hasta este verano. Hace un año descubrí el blog Reality Bits y poco después lo encontré recomendado en la entrada "Mi particular selección de cuentos"

Creo que tenemos el deber de presentar a nuestros alumnos una buena selección literaria, por supuesto en cuanto a texto pero diría que casí más aún, en cuanto a ilustración.  Están continuamente percibiendo imágenes de colores chillones, estridentes, que pasan a mucha velocidad por los móviles y tablets de sus padres, dibujos estereotipados que presentan casitas con tejados de pico, imágenes de animales con ropa y caras "humanas"... Vamos a parales, sentarles y simplemente pasar hojas a su velocidad, a la que necesitan para VER. Para ver imágenes bonitas, que inviten a ser disfrutadas, que dejen al niño construir la historia que cuentan.

La ola está ilustrado en sólo dos colores. El formato es apaisado y las ilustraciones ocupan la doble página pero empleando la línea de la encuadernación como parte del dibujo y de la historia. En el comienzo, la acción tiene mucho peso en el lado izquierdo, que contiene los motivos dibujados a lápiz con bastante definición.


Cuando la niña se atreve a bañarse "pasa" al lado derecho del libro y la ilustración cobra intensidad en este lado, presentando más fuerza en los trazos, enfatizando que hemos llegado al punto álgido de la historia. En el lado izquierdo se desdibujan los trazos.


Y llega "la ola" y la imagen, más detallada ahora, huye hcia el lado izquierdo.



Y justo en el momento de mayor tensión para los lectores, el agua inunda las dos páginas para dejar después a la niña empapada de nuevo en el lado izquierdo.


El agua pierde ahora algo de protagonismo pasando el azul a un cielo antes sin color y llevar toda la atención a los movimientos de la protagonista.


Y así van cogiendo fuerza de nuevo los tarzos del lado izquierdo hasta terminar en una panorámica de la playa que pone fin a la historia.


Se lo conté a mi hijo varias veces antes, durante y después de ir a la playa y le encantó. Las primeras veces no le decía casi nada. Yo pasaba las hojas y algunas veces añadía alguna palabra como "playa", "agua", "ola" o "conchas". En sucesivas "lecturas" era él el que añadía otras que conocía y en otras ocasiones el narraba yo la historia con onomatopeyas marinas y un poquito de vocabulario nuevo.

A mis alumnos de 3 años se lo presenté varias veces durante el periodo de adaptación, cuando aún la playa era una experiencia reciente. Al principio sin decir nada, depués imitando el sonido del viento, el mar y las olas y las últimas veces narrándoles la historia y dejándoles que anticipasen lo que iba a pasar. Era muy curioso como en las primeras "lecturas", en las que sólo veían las ilustraciones, ellos iban haciendo comentarios como "no se atreve a bañarse", "lleva vestido" (claro, les choca que se meta al agua sin bañador),... Como es un libro muy expresivo en cuanto a ilustración, otras veces les hacía yo preguntas del tipo "¿cómo se lo está pasando aquí la niña?, ¿está aburrida?, ¿creéis que aquí tiene miedo?, ¿qué le pasa en este dibujo?..."

Un recurso de éxito a la hora de contar cuentos es el de vincular la lectura con algún objeto real que aparece en la historia y que sale del libro como por arte de magia para que lo podamos tocar. Es una pena pero a veces vamos tan deprisa en las clases que no tengo tiempo para buscar siempre objetos de los cuentos que contamos. Pero en este caso había recogido conchas este verano en la playa. Para los niños, son las conchas que la niña recoge al final del cuento. Fue una sensación increíble cuando estaban boquiabiertos ya llegando al final de la historia y oyeron el sonido de las conchas agitarse en el bote de cristal (es un sonido precioso, por cierto).

Y aproveché para repartirlas e invitar a los niños a agitarlas en sus manitas para escuchar el sonido que hacían. Un niño se la ponía en la oreja para oír el sonido del mar, como si fuese una caracola, y en seguida los que estaban a su lado le imitaron. Todos querían las conchas más grandes y cuando ya estábamos medio grupo y solo podía darles una cocha a cada uno, algunos me pedían dos y otros "muchas". Así que estos momentos me sirvieron también para observar el nivel del grupo en cuanto a uso de conceptos como grande/pequeño, uno/dos, más/menos, etc.

En una lectura posterior, tras repartir las conchas les propuse hacer unos collares preciosos. Dibujé una cuerda grande y otra pequeña en la alfombra y sin decir nada les dejé que uno a uno fuesen dejando su concha en el collar que creían que correspondía. ¡Y nos salió una bonita clasificación por tamaño!


Tengo poquitas fotos porque os podéis imaginar que en el periodo de adaptación de 3 años no me queda mucho tiempo para usar la cámara. Aún así os recomiendo que incorporéis La ola a la biblioteca, lo contéis y os dejéis llevar por lo que pase en vuestras clases.