lunes, 15 de junio de 2020

Lo que somos las maestras, las familias y la Educación Infantil a distancia

Nos llamó el abuelo. Al día siguiente venía a desayunar y nos traería churros y porras para todos. Me pidió que le mandase por WhatsApp cuántos íbamos a querer en total. ¡Perfecto! Ya teníamos los “deberes” de hoy: reales, conectados, globales, divertidos, extrapolables, repetibles, adaptables a dos edades distintas, … Se lo conté a Inés y Pablo, de 2 y 5 años, y decidimos ir apuntando en la pizarra lo que quería cada uno. Se pusieron en juego lectoescritura de letras y números, conteo, representación e interpretación de datos, cálculo, y más aprendizajes deseables en Educación Infantil.

Mi pasión dentro de esta etapa es “rescatar” de la vida del aula este tipo de situaciones o problemas cotidianos para convertirlos en MARAVILLOSAS oportunidades de aprendizaje. Que son las mejores, porque les enganchan al conectar con su entorno más próximo, son reales, proporcionan capacidades para la vida misma, ponen en juego varios contenidos del currículum, se adaptan a todos los alumnos de forma natural, y suele ser la propia situación o problema los que devuelvan a los niños/as los resultados de su trabajo. En nuestro caso, si no anotamos y calculamos bien los churros y las porras, o no habrá suficientes o sobrarán. Y este tipo de validación aumenta mucho las posibilidades de que haya un verdadero aprendizaje, además de dar a los niños mucha autonomía y motivación.

Para llevar a cabo este tipo de propuestas se necesita una mirada entrenada, que sepa ver dónde hay una de estas oportunidades de aprendizaje en el día a día, que la module y guíe para hacerla apropiada a sus alumnos/as y a los contenidos que desea trabajar, que acompañe el proceso de una forma pedagógica y emocionalmente positiva (y muy importante aquí la decisión de resaltar o no errores y cómo hacerlo), que respete, dando tiempo, esa validación por parte de la propia situación y con ella, concluya el proceso o lo enlace con otro. Vamos, lo que nos hace maestras.


Vamos a investigar sobre animales. Cada alumno elige el animal que quiere y lo apunta para que así nos aseguremos de que no se repiten. Podremos mirar nuestra lista para escribir una nota a nuestras familias y que nos ayuden.

Pero, en nuestras aulas, hay otros dos tipos de propuestas, ya que no siempre podemos o queremos aprovechar la vida diaria. Unas, son las que diseñamos de forma artificial pero que han de tener las mismas características que las anteriores. Y, por tanto, requieren un enorme trabajo de ingeniería didáctica. A cambio, obtenemos casi tanto y tan buen aprendizaje como en las que surgen del día a día.


Tenemos que alimentar a estos camaleones. Cada uno puede comer un solo grillo y ninguno puede quedar sin comer. Abre las cajas sólo cuando creas que has terminado para ver si los has alimentado bien.

Y un tercer tipo, las que nos vienen diseñadas por otros para que puedan aplicarse en cualquier contexto y casi por cualquier persona (aunque no con el mismo resultado si es maestra que si no lo es): materiales de editoriales, fichas en papel o interactivas, actividades manipulativas que sólo adquieren sentido en la ficha que se hará después, etc. Suelen ser mecánicas o repetitivas, alejadas del contexto del niño y del momento presente, cerradas para una edad o nivel y corregibles por un adulto.

Normalmente en cualquier aula se dan algunas “grandes propuestas” combinando los tres tipos, aunque intentando una predominancia clara de los dos primeros (propuestas derivadas de la vida cotidiana o diseñadas por nosotros con las mismas características que las primeras). Y alternando con éstas, se suceden muchas “mini-actividades” ligadas a las rutinas de aseo y alimentación, a las asambleas, al calendario, etc.   

¿Qué ha pasado con la Educación Infantil en casa, con los “deberes” que se han estado mandando? Sin ninguna duda, maestras y familias hemos hecho todo lo que hemos podido. Sin embargo y, sin remedio, las propuestas han tenido que resumirse en dos o tres cositas por jornada escolar y elegidas por tres criterios totalmente diferentes a los que guían el diseño de propuestas en nuestro día a día en el aula:

1. Que las familias pudiesen entender qué tienen que hacer con su hijo/a. Esto hace que hayan predominado propuestas del tipo 3 (diseñadas por editoriales, fichas, corregibles sólo por el adulto, etc.) que responden a una enseñanza más tradicional y por tanto más cercana a la que recibieron padres, madres y abuelos/as. Esto les hace capaces de implementarla en sus hijos/as o nietos.

Seguir este criterio ha implicado, además, una reducción de contenidos. Por ejemplo, en el ámbito matemático, hemos podido mandar propuestas que incidan en asociar cantidad-grafía, recta numérica, operaciones, etc. Pero cuando nos sentábamos a pensar en cómo mandar a casa todas las que serían necesarias para adquirir el sentido del número y sus usos, la cosa se complica.

En mi caso, a medida que han ido pasando las semanas he ido adaptando mis propias recomendaciones. Empezaron siendo propuestas con poca conexión explicadas de forma escueta. Luego, fui conectando más las actividades entre sí y añadiendo párrafos en los que explicaba para qué hacíamos esa propuesta y cómo debían ejecutarla para conseguir los objetivos que pretendía. Y, aun así, en la mayoría de los casos, tampoco las familias llegaban a comprender de verdad por qué se hace; con lo cual, las correcciones, vocabulario empleado por los adultos presentes, la manera de resaltar errores, … han divergido de la forma que se hace en el aula.

Por otro lado, en el día a día de nuestras clases, todos los objetivos y contenidos se entrelazan y se disgregan en mini-propuestas continuadas que alternan todas las capacidades de la persona y que se enlazan de forma natural: no distinguimos por "asignaturas" porque el cerebro infantil no aprende así. Cuando se mandan a casa, en ocasiones se agrupan: lectoescritura, matemáticas, psicomotricidad, inglés, arte.... En primer lugar, porque es imposible reproducir el "día escolar" que entendemos como una unidad entera de aprendizaje. Y en segundo lugar, para facilitar a las familias la comprensión de lo que tienen que hacer. Y ellas las plantean así, "venga hijo, ahora vamos a hacer lo de matemáticas", perdiendo la globalidad de los aprendizajes que caracteriza a la Educación Infantil (y que no tiene nada que ver con que esos grupos de propuestas traten todos sobre los transportes o los inventos).

¡Tenemos gusanos de seda! Podemos tocarlos, verlos crecer, cuidarlos, vivenciar su ciclo vital, contarlos todos, sólo los capullos o sólo las mariposas; si alguno muere volvemos a contar, lo anotamos, hacemos una lista para llevarlos a casa, escribimos una nota a la familia que traerá las hojas de morera, ...

2. Que las familias pudiesen hacerlas con sus hijos/as: por tener el material, por tener el tiempo, por tener el espacio y los conocimientos. Este criterio también nos suele remitir a propuestas del tipo 3 (fichas y manipulación pero ligada a ellas, páginas de libros, etc.). Sabemos que las familias han hecho un esfuerzo enorme por seguir el ritmo de las tareas enviadas, pero conocíamos las limitaciones y no queríamos añadir complicaciones.

3. Que fuesen entretenidas. Y este término se vuelve distinto cuando se manda tarea a casa porque sabemos que el maravilloso y necesario vínculo afectivo con mamá y papá hace que muchos niños/as se muestren en confianza para decir abiertamente que no quieren hacer lo que les proponen. Y si las familias se han creído que en su mano está el aprendizaje de contenidos de tipo "escolar", esto genera un agobio inmenso. Así que más nos ha valido mandar muchas manualidades (y el arte es mucho más que eso), experimentos, enlaces a vídeos, …; cosas entretenidas para progenitores y niños/as, aunque con poca conexión entre sí.

¿Y qué actividad IMPRESCINDIBLE en la Educación Infantil reúne estos tres requisitos? El JUEGO LIBRE. Pero por la inercia en la que nos movemos y al ritmo al que se hace vivir a la infancia, parece que mandar jugar libremente durante muchas horas, a lo que los niños elijan (porque en esa elección ya hay mucho aprendizaje), con sus padres si es posible; no es suficiente y vamos a dejar un vacío en la formación de esos niños y niñas. Creo yo que vacío es el que dejan en el vínculo familias agobiadas y enfadadas, luchando con niños de 4 años que no quieren hacer los deberes del cole estando en casa tan a gusto con su mamá y su papá y sus juguetes (y estar así de bien 24 horas al día, para algunos es algo que nunca han vivido y que “se huelen” que será excepcional y que, por tanto, han de aprovechar). Familias que llegan agotadas a ese juego libre tan importante, y sin fuerzas para luchar porque sus hijos/as coman solos, se vistan, se laven los dientes, para mediar en la resolución de conflictos con hermanos y tener paciencia para ser modelos de control emocional. Precisamente esos son los deberes propios de madres y padres cada día.

Así que, me da un poco de rabia que, de forma general, no sólo no se haya hecho notar la imposibilidad de impartir de forma online esta etapa, sino que hasta hace dos días, aún se siguiese planteando para el próximo curso, reduciendo nuestro trabajo a la trasmisión de contenidos en lugar de poner en valor nuestra formación. Y, también, un poco de rabia al ver cómo se ha estado "engañando" a las familias, haciéndolas creer que sus hijos/as están aprendiendo suficiente haciendo los deberes que manda el cole, en lugar de resaltar su importante papel, dejándoles tiempo para hacer sus verdaderos quehaceres como padres y madres. Esos de los que hablaba antes, a los que la administración e incluso la sociedad en general, no da tanto valor, pero que, si se han hecho, SUPLEN CON CRECES las posibles carencias de los niños por no ir al cole tres meses. Ya hablé de ello en la entrada "Deberes para Educación Infantil durante la cuarentena".

Termino recogiendo tres artículos que me han gustado de los que he ido leyendo estos días sobre educación:

1. Muy recomendable, si no lo habéis leído ya, el de la revista Magisterio de Maestra de pueblo: “El cambio profundo en Educación no lo va a traer esta pandemia”

 2. En El País, “El futbol, los bares, la escuela”

3. Y también en El País, “Odiar la educación”

2 comentarios:

  1. Elisa, qué razón tienes, me encanta leerte siempre. Yo he tenido la sensación de que hemos estado estos meses en un bucle invirtiendo muchas horas para intentar entendernos entre adultos y los niños al final lo que más han hecho son fichas o fichas disfrazadas de aplicación interactiva. Solo tiene sentido el aula presencial en infantil, ya es hora de que lo digan, sí. Pero un aula no invadida otra vez de más fichas… qué desesperación, ¿por qué están en todas partes? Mil gracias por compartir tus reflexiones Elisa, son una liberación para mí. ¡Feliz verano!

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  2. Muchas gracias por tu comentario, María. Pues si, a veces el panorama de la Educación Infantil en el aula no es muy alentador. Lo de las fichas es una manía muy española. No se por que seguimos siendo de los pocos países que las usan tantiiiiiisimo en esta etapa... En fin, a seguir luchando.
    Feliz verano!!!

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