lunes, 28 de octubre de 2013

Otoño

En esta entrada os voy a enseñar las cositas que hemos hecho en mi clase con los niños de 3 años para celebrar la llegada del otoño.

Comenzamos trayendo a la clase hojas y frutos de otoño y en la asamblea las observamos y entre todos hicimos series: hoja marrón, hoja amarilla, hoja marrón,...; hoja grande, hoja pequeña, hoja grande,...; bellota, hoja, bellota,... Después todo el material aportado por los alumnos pasó al rincón de ciencias para observarlo y manipularlo tranquilamente.

En el rincón de arte hicimos este mural.

Sobre papel continúo les eché chorros de pintura de colores cálidos (amarillo, naranja, rojo, marrón) y les dejé unos cartones de leche cortados a tamaño 10cm  x 10cm  aprox. 

La idea era que usasen los cartones para extender la pintura, creando un efecto precioso al mezclarse los colores. Como suele pasar en estas actividades, terminaron por usar las dos manos como pinceles. Se lo pasaron fenomenal así que no les insistí en el uso de los cartones. 

Repetimos esta fase durante varias sesiones porque yo creo que en 3 años es esencial que disfruten pintando con las manos (y con toda la mano, no solo con la punta del dedito) antes de usar pinceles y lápices. Además, como veís no necesitan nuestra ayuda más que para echar la pintura, con lo cual es una actividad perfecta para hacer en el rincón.


Cuando se secó la pintura pegamos encima hojas que habíamos recogido, usando la cola y el pincel. Algunas las pegamos en la asamblea, para fijarnos en cómo eran y jugar un poco con ellas. Y las demás las pegaron ellos solos en el rincón de arte.


La idea la he sacado del blog Esos locos bajitos de Infantil.

Otro elemento decorativo que hemos elaborado para nuestra clase son estas cortinas.


En el rincón de lectoescritura pintaron una cara con ceras y en el rincón de arte pintaron la otra cara con pincel y témpera. Después las plastificamos y las unimos con lana.

Y también en el rincón de arte hemos hecho estas medallas para llevar a la castañada.

Los niños que elegían este rincón estampaban su mano (mejor si lo hacen con los dedos abiertos) sobre una cuartilla de cartulina. Después pintaban el tallo con el pincel (en este paso les he ayudado yo bastante) y después de lavarse la mano, estampaban huellas alrededor del árbol simulando hojas que ya han cambiado de color o incluso que se han caído.

  
Por último, os dejo el mural que hice con mis anteriores alumnos de 3 años. La ropa del niño la confeccionamos con recortes de papel que previamente clasificamos por colores. El suelo son hojas que iban trayendo y otros elementos otoñales que coloreamos en la clase. 


martes, 22 de octubre de 2013

Los colores en 3 años

Antes de poner nombre a los colores y preguntar desesperadamente a los niños casi desde que nacen "¿A ver, de qué color es esto?", tenemos que asegurarnos de que los ven, de que pueden diferenciar un color de otro visualmente. Para trabajar este aspecto con mis alumnos de 3 años antes de nombrar el color amarillo, en este caso, realicé la secuencia de actividades que propone Jose Antonio Fernández Bravo en su libro Didáctica de la Matemática en la Educación Infantil (podéis comprarlo aquí), y que os recomiendo que tengáis a mano para abordar muchos de los conceptos propios de la etapa de Educación Infantil.

Para realizar dicha secuencia necesitamos unos 30 cartones de color amarillo y el mismo número de color rojo y azul. Los cartones deben tener la misma forma y tamaño.

1. Tenemos tres sillas separadas y lejos de ellas, tres mesas separadas también. Colocamos, sin decir nada, un cartón amarillo en una de las sillas, uno azul en otra y uno rojo en la tercera silla. El resto de cartones los dejamos, separados por color, en las tres mesas. Se pide a tres niños (yo cambié de grupo de 3 varias veces) que coloquen sobre las sillas los cartones de las mesas, sin dar ninguna explicación más. Cuando terminen de colocarlos, les preguntamos por qué lo han hecho así para recoger sus explicaciones y partir de ellas en las siguientes actividades.



2.Ahora colocamos los cartones de las mesas mezclados habiendo en las tres mesas cartones azules, rojos y amarillos. Procedemos de la misma forma que en la actividad anterior.


Casi todos los niños fueron capaces de colocar cada cartón en el montón de cartones del mismo color sin mi intervención. Los que no lo hicieron, al mostrarles el conjunto de cartones y apreciar que el que ellos habían colocado no era igual al resto, lo cambiaban al montón correcto. Si ellos no nombran el color, de momento no lo nombraremos tampoco nosotros, pues nos interesa centrarnos en la discriminación visual.

3. En la tercera actividad se reparten los cartones a los niños y éstos deberán colocarlos en las sillas, ganando los que se queden sin cartón. En las tres sillas hemos dejado sólo dos ocupadas por cartones amarillos y una vacía (da igual el color, pero siempre 2 del que queramos trabajar y una silla vacía). Se produce un pequeño desequilibrio para los niños con cartones rojos y azules pues en principio no los podrían colocar. Concluiríamos que sólo podemos colocar "éstos" (señalando a los amarillos y usando el vocabulario que vamos extrayendo de los alumnos).

En mi grupo íbamos por orden circular saliendo a colocar los cartones. Cuando llegamos al primer niño con cartón azul lo colocó en la silla vacía. Y cuando llegamos a un niño con cartón rojo, agrupó todos los amarillos en la misma y colocó su cartón en la silla que ahora quedaba vacía, marcando así que ahí se colocarían los rojos a partir de ahora. Es absolutamente maravilloso cómo la mente infantil encuentra soluciones tan lógicas cuando se la deja un poco de libertad para pensar.

4. Después procederíamos igual pero con una variante. Volvemos a repartir los cartones dejando en dos sillas cartones amarillos y en la otra uno rojo (de nuevo, dejamos 2 del color que queramos trabajar y uno de los dos restantes). Según el autor los niños con cartones azules se quejarian y les preguntaríamos por qué. Sin embargo, en mi grupo cuando tocó a la primera niña que tenía cartón azul lo que hizó fue juntar los dos amarillos en la misma silla y colocar el azul en la que había quedado vacía. Y a partir de ese momento todos siguieron colocando sus cartones como en la actividad 2.

5. Ahora sí vamos a nombrar el color amarillo. Colocamos en las tres sillas cartones amarillos (una en cada uno) y ponemos nombre a ese color que ya hemos diferenciado. Repartiríamos los cartones y de nuevo ganarían los que pudiesen colocarlos. Al que le toque azul o rojo debería pedir un cartón amarillo nombrando el color para poder ganar.

Como en mi grupo ya vi que los alumnos eran capaces de encontrar otras soluciones para colocar los cartones y quería que pidiesen el color que necesitaban, decidí añadir: "Voy a repartir cartones pero como veis sólo podemos colocar los amarillos por lo tanto, para ganar el juego me tenéis que pedir un cartón del color que podáis colocar". Quien no me lo pidió le dí uno de otro color, que no pudo colocar. Repetimos dos veces la ronda hasta que todos ganaron nombrando el color amarillo en su petición.

Durante esa semana, en el rincón de lógica-matemática, dejé este material y cuentas y bandejas de colores para que surgiera la clasificación en base a esta propiedad.


Para terminar, me gustaría decir que, en mi opinión, esta secuencia y otras que se proponen en el libro son bastante controladas por nosotros y dejan poco lugar a que el niño ponga en juego estrategias propias (diferente a los que sucede en actividades como El tren o El cohete) pero aún así me parecen bastante interesantes para exponer ante el niño conceptos matemáticos desde la forma que tiene éste de percibirlos. También me parece importante destacar la secuenciación de actividades que presenta en torno a un mismo concepto, respetando los pasos que da un niño en su percepción del "entorno matemático". A veces siento que vamos taaaaaan deprisa que nos saltamos momentos "perceptivos" anteriores, que no dejamos actuar a los cinco sentidos... y esto en Educación Infantil y en matemáticas es fundamental.

lunes, 14 de octubre de 2013

Las cortinas las hacemos nosotros (con círculos)

Mi nueva clase está llena de ventanas y puertas y prácticamente no tiene paredes para que los niños las decoren y hagan suyo el espacio. No sé quien asesora a los arquitectos que diseñan los nuevos coles, pero además crean aulas microscópicas, en las establecer ambientes distintos para los diferentes rincones es muy complicado.


Así que lo primero que han hecho mis alumnos de 3 años en el rincón de arte ha sido confeccionar unas cortinas para hacer un poco más acogedor el rincón de juego simbólico y además damos una utilidad a nuestro primer mural (ahora, mural-cortina). El círculo ha sido el motivo principal para decorarlas.

Los laterales de las cortinas consisten en papel continúo pintado con rodillo y círculos de distinto diámetro estampados sobre él. 
 
 




Como tampones hemos usado tarritos de flanes, tubos de papel higiénico, piezas de construcción cilíndricas, tapas, etc. 

La parte superior de las cortinas ha quedado muy muy chula. Sobre el papel continuo blanco pegué yo con celo círculos blancos de papel de distinto diámetro. Pintaron con rodillo y cuando se secó levantamos los círculos de folio y ¡magia! ¡aparecieron círculos!. Claramente fue una forma mucho más "vivencial" de presentar el círculo que con el clásico bit de inteligencia o bloque lógico (que también lo hemos hecho).


En la siguiente sesión de trabajo por rincones pegaron círculos de distinto tamaño, color y textura sobre el mural 

Y el resultado fue el siguiente:





Os recomiendo las actividades que tiene sobre el círculo un blog al que sigo que se llama El pavelló d´Infantil y en concreto la que tiene sobre el cuadro "Algunos círculos" de Kandinsky.

lunes, 7 de octubre de 2013

¿Qué debe saber un niño de 4 años?

Entre los dos y los tres años se escolariza a la mayoría de los niños en Colegios de Educación Infantil y Primaria. Ya es un disparate que estas dos etapas estén juntas en un centro compartiendo horario, infraestructuras, personal ¡¡y ya casi hasta metodología y material escolar!!, puesto que las necesidades educativas de un niño de entre 3 y 6 años y un niño de entre 7 y 12 años son absolutamente diferentes.

Inicialmente la Educación Infantil, con sus características propias, se impartía en Escuelas Infantiles 0-6 y la Educación Primaria en los colegios. Y de ahí en adelante, cada etapa tiene su centro educativo propio. Cuando se juntaron la Educación Infantil y Primaria en los colegios comenzó a transformarse la primera para preparar a los niños hacia la segunda etapa. Y empezaron a morir las metodologías, materiales, infraestructuras, que se demuestra que son idóneas para el aprendizaje de los pequeños entre 3 y 6 años y por las que tanto se luchó anteriormente. Así aparecieron montones de libros de texto en las aulas de Infantil; se empezó a enseñar a leer y escribir en minúscula a niños de 4 años; se introdujeron especialistas que les enseñaran inglés, informática, música...; el tamaño de las aulas se redujo (pues es verdad que para leer y escribir se necesita poco espacio); los juegos y juguetes comenzaron a escasear; las jornadas escolares se alargaron; y ¡¡aparecieron las actividades extraescolares a las que apuntar a niños tan pequeños después del cole!!.

Dicen algunas familias que sus hijos de 2 y 3 años ya no necesitan adaptarse al cole porque llevan en la Escuela Infantil desde los 5 meses. Pero los niños lloran y lo pasan realmente mal durante varios meses. Y cuando ya el aula (bastante hostil) se convierte en un entorno seguro y empiezan a "aceptar" (que aún no "querer") a su maestra; llega el comedor escolar. Otro lugar angustioso para los más pequeños y con otra monitora desconocida que sí o sí los va a hacer comer. 

Los niños hacen otro esfuerzo porque papá y mamá trabajan y con toda su paciencia, se quedan 2 horas en el comedor aguantándose las lágrimas (el que puede). Y después, ¡¡vuelven a la clase!!. Se lo hacemos pasar todo lo mejor posible y le damos todo nuestro cariño. Respondemos unas 30 veces al día a la pregunta "¿Ya nos vamos con papá y mamá?". Y cuando parece que acaba la jornada....¡¡llegan las extraescolares!!.  Y ahí, los niños y niñas no pueden más, ni física ni emocionalmente. Con este panorama ¿hay algún padre o madre que piensa que un niño de 3, 4 ó 5 años va a aprender mucho de una extraescolar?.

Pero los niños, para que luego digan, van a la extraescolar entre sollozos y se portan muy bien, esperando que por fin termine el día y se vayan a su casa, con papá y mamá. Y encima de llevar todo el dia esperando ese momento, cuando por fin llega, o se duermen porque no pueden más, o no se duermen y están insoportables del propio cansancio, con lo cual les regañamos cuando lo que de verdad están pidiendo es que estemos a su lado.

Es verdad que los adultos solemos terminar de trabajar tarde y no nos queda otro remedio que alargar la joranda escolar de los niños. Pero si no existe esta necesidad ¿por qué no dejamos que los niños aprendan jugando en casa con su familia?. Os remito a un artículo que leí hace unos días y que me inspiró para escribir esta entrada. Espero que sirva para que todos nos replanteemos que es lo que de verdad necesita saber un niño de Educación Infantil.

El artículo se llama ¿Qué debe saber un niño de cuatro años? y lo podéis leer pinchando en el título.

También podéis descargarlo aquí. --> Descarga